Todos en algún momento nos sentimos perdidos, desorientados. Damos palos de ciego buscando un camino que no encontramos y desesperamos en la búsqueda. Nos rendimos.
Cuando alguien te apoya, te coge de la mano y te acompaña en esa búsqueda el viaje se vuelve claro y alentador, aunque no por ello más fácil porque la meta al final siempre es lograr ser tu misma. La diferencia del viaje radica en encontrar la motivación para comenzar a caminar.
Gracias a Lidia pude dar los primeros pasos.